DEPORTES (D x TTTT)

Me gusta el deporte.

El ser hupano necesita entretenimiento, válvulas de escape a su sobrecarga de adrenalina. Y el deporte es una de ellas. Lo es en un sentido «in-out»: quien lo practica descarga; y en un sentido «out-in»: quien lo sigue, descarga (posiblemente menos, pero descarga)

Hace 2.000 años, los combates de gladiadores, las carreras de cuadrigas, los juegos atléticos, constituían los espectáculos deportivos fundamentales. La gente acudía a los estadios, circos y anfiteatros para disfrutar con el espectáculo, admirar la fortaleza o la habilidad del ídolo de turno y «descargar» gritando como un poseso, animando a sus colores o jaleando cada acción. Hoy es el fútbol, el baloncesto, el béisbol o cualquiera de las decenas de disciplinas deportivas existentes, las que concitan la atención, mueven millones y desatan las pasiones.

Es evidente que en la parte del orbe en la que me ha tocado vivir, el deporte predominante es el fútbol (soccer para los yanquis), deporte que mueve unos negocios impresionantes, que diviniza a las figuras más sobresalientes y que genera a su alrededor infinidad de pasiones, hasta el punto de que para muchos es casi la razón de vivir, el motivo esencial de sus conversaciones y su «pan nuestro de cada día».

Sí, en cierto modo, es como una religión, con su dios o sus dioses, con sus ceremonias, sus sacrificios, su castigo y su gloria.

… y también es, de algún modo, un arma del poder para mantener entretenida a la plebe… el deporte, sí… igual que la religión.

De las máximas asociadas al deporte hay una que reza «lo importante no es ganar sino participar«…. una más de las infinitas hipocresías para contentar a los perdedores. Por contra, hay otras de esas máximas que quizás por su ancestralidad son más categóricas… y lapidarias; como «citius, altius, fortius» (el más rápido, el más alto, el más fuerte), que define al triunfador de los juegos atléticos.

Para quien escribe, los deportes más admirados son precisamente aquellos en los que el esfuerzo individual, sin juicios subjetivos, determina el triunfo.

El atletismo, en sus diversas especialidades, es posiblemente el más puro: gana el que llega primero, el que salta más alto o más lejos o el que lanza un objeto a mayor distancia. En la misma línea está la natación y cualquiera de los deportes en los que el individuo compite con sus propias fuerzas frente a otros en sus mismas condiciones.

El ciclismo, por más que cuente con aspectos técnicos y de estrategia de equipo, resulta admirable por el esfuerzo casi sobrehumano que implica (no digamos esa mezcla de atletismo, natación y ciclismo que es el triatlón)

Por lo que respecta a los deportes llamados «de equipo», el fútbol, por razones obvias, ha estado presente de un modo fundamental. Ha sido seguido y practicado… al fin y al cabo, darle patadas a algo, aunque fuera una bola de papel de periódico con gomas, sobre cualquier superficie y con porterías marcadas con, por ejemplo, los abrigos amontonados, era bastante más fácil que disponer de una superficie lisa y unas canastas; o una pista y porterías de balonmano… Y, claro, condicionaba el hecho de que socialmente parecía ser el único deporte al se prestaba suficiente atención.

Sí, el fútbol me atrae, me interesa; pero algunos de los aspectos con él relacionados me asquea. No me parece bien que en un telediario (telenoticias o como queramos llamarlo) se dedique a la información sobre el fútbol más tiempo que a la economía o a la actualidad parlamentaria, cuando hoy en día, con la oferta televisiva que permiten los medios de difusión, puede remitirse al televidente a programas especializados, en los que sabes lo que vas a encontrar. ¿Que a alguien le gusta dedicar su tiempo de ocio no sólo a ver partidos sino a escuchar las sandeces de unos y otros en ruedas de prensa, o coloquios entre los más listos del barrio dando sus opiniones sobre decisiones arbitrales o actitudes ajenas? pues que lo hagan; éste prefiere quedarse con alguna que otra retransmisión o, incluso, casi mejor, con resúmenes; lejos (porque hasta allí me empujaron hace tiempo hechos y actitudes) de los que pasan por ser «los más grandes»… tiempo habrá (espero) de dedicar a estos aspectos alguna entrada.

El baloncesto ganó para mí terreno en mi atención, cuando el de la NBA empezó a ser algo conocido no sólo por los «iniciados» y comenzó a ser objeto de retransmisiones, noticias e, incluso, de prensa especializada. Recuerdo aquellas primeras retransmisiones de Canal Plus, con Ramón Trecet, enseñándome esas especificas reglas y aquellos sonoros nombres de equipos y de jugadores… y luego la especial forma de hacer de la retransmisión algo divertido, con Andrés Montes, e ilustrativo, con el profundo conocimiento de todo lo relacionado con la NBA del amigo Daimiel.

Pero casi más que el fútbol y el baloncesto, me gusta el rugby. Me parece un deporte infinitamente más noble que el fútbol de los «grandes»; más serio, más duro, más bello… más justo. Quizás la cumbre de este deporte sea el Torneo de las Seis Naciones, que ha comenzado este fin de semana (4-5 de febrero de 2012)… Seis Naciones desde el año 2000, cuando se incorporó Italia; antes Cinco Naciones, desde 1910, cuando se incorporó Francia (salvo unos años en los que Francia estuvo excluida); y antes Cuatro Naciones o Home Nations, con Irlanda, Gales, Escocia e Inglaterra, disputándose el torneo desde 1883 (111 ediciones). Son 15 partidos, repartidos en dos meses, quince ceremonias deportivas con un sabor que supera, para mí, el del mismísimo campeonato mundial. Sólo se le acerca el Tres Naciones del hemisferio sur, con Australia, Nueva Zelanda y Suráfrica, y los encuentros de las giras mundiales de alguno de dichos equipos nacionales.

Hay quien fuera de su horario de trabajo consume fundamentalmente deporte, casi cualquier deporte… y casi exclusivamente deporte. Para quien escribe, casi ninguno de los acontecimientos deportivos televisados justifica dejar de dedicar el tiempo a otras actividades; pero  procura encontrar la manera de ver esos partidos del Seis Naciones de rugby (aunque le cuesta seguir los de Italia… será porque su nivel no es el de los demás, al menos de momento); los de fútbol que disputa el Athletic Club de Bilbao (siempre que no sea contra esos dos monstruos-engendros que copan la clasificación), la regata Oxford-Cambridge y la carrera principal de obstáculos del Grand National… algún partido del baloncesto de la NBA (especialmente si juegan los Lakers, los Celtics, los Knicks o los Bulls)… y poco más.

Me gusta el deporte… pero muchas otras cosas me gustan mucho más.