CERES

(«Santoral civil«)

Día conmemorativo del descubrimiento de Ceres.

Ceres fue observado por primera vez el 1 de enero de 1801 por Giuseppe Piazzi. Era el mayor de los asteroides hasta su clasificación como Planeta Enano por la Unión Astronómica Internacional el 27 de agosto de 2006

ceres

DE RELIGIO ET DEVS (IX) INNECESARIEDAD DE CREACIÓN PERMANENTE

No era necesario más que sentido común para llegar a la conclusión de que el universo que nos rodea ES sin necesidad de un cuidado continuado por pare de ningún ama de cría.

Kepler, Copérnico, Galileo, Newton… incluso Einstein, avanzaron en esa línea, desmontando (sin quererlo, sólo por perseguir la verdad) las enquistadas interpretaciones creacionistas; aunque todos ellos fueran en el fondo (y no tan fondo) creyentes.

La astrofísica, la física cuántica, la posible unificación de la llamada Teoría M, relegan a la absoluta innecesariedad a ningún DIOS.

Dios estaba aquí al lado, arriba, en todas partes (menos en el infierno, que estaba en el sótano… ¿o también?… porque ¿no está en todas partes?); pero el Cielo resultó estar bastante más lejos de lo predicado en cuanto fue posible echar un vistazo allá arriba. Entonces, pasó a «otra dimensión»… hasta que se conjeturó la existencia de al menos diez dimensiones en ESTE universo, uno más de los n posibles… UN LÍO en el que no encaja para absolutamente nada el modelo del Dios Padre amantísimo creador y cuidador de su grey.

(¿continuará?)

VÉRTIGO

De verdad. ¿puede haber alguien que tras la vista de algo como esto no mande al carajo todas esas fútiles creencias en cosmogonías patateras de cielos y tierras; dioses y mortales?

Esto está a unos 10 millones de años luz de distancia y en los catálogos tiene el nombre de NGC 6946, es una galaxia espiral a la que también se conoce como «de los fuegos artificiales»

MAGUFERÍA CIENTÍFICA

Descartando la mentira directa que alimenta algunos medios de comunicación amarillistas, las noticias sobre determinadas cuestiones relacionadas con la ciencia tienen diferentes niveles de tratamieno.

El plano realmente serio es el de la publicación científica propiamente dicha, es decir, la plasmación en un artículo bien tamizado, elaborado con rigor, exponiendo en él los diferentes aspectos del asunto tratado con manifestación de pruebas, datos precisos… y siempre abierto al contraste de ideas y a la confirmación experimental si ha lugar. La publicación en un medio de reconocido prestigio suele respaldar la seriedad del contenido.

En un siguiente nivel podríamos situar la divulgación científica comprometida. Diversos medios dan cobertura a científicos y aficionados a la ciencia para hacer llegar al gran público cuestiones de ciencia sin el empaque cientifista, con formas de expresión accesibles, yendo al meollo de las cuestiones, por encima de los datos fríos…

En un nivel inferior estaría la noticia y el pseudo análisis que sobre cuestiones científicas hacen los medios de comunicación generalistas. Aquí llegamos a un estrato de la información con una variopinta materialización. La subsistencia económica de los medios está directamente relacionada con su nivel de difusión… y al público se le engancha o no en función de lo atractivo de la noticia, de su tratamiento y, antes de nada, de su titular. En este plano hay profesionales serios, con cierta formación científica, comprometidos, que procuran contrastar sus informaciones… y otros que, desde su más que generalizada desinformación sobre estas cuestiones, se atienen a la máxima de que lo fantástico vende y se lanzan al ruedo con titulares escandalosos y con afirmaciones tendenciosas y erróneas que conducen a que el pùblico se hunda más en el fango de su ignorancia y siga siendo campo en el que los aprovechados cosechan (una correcta información científica evitaría, por ejemplo, que se vendieran inútiles pulseras captadoras de no sé cuántas radiaciones beneficiosas)

Lo malo es que en algunas ocasiones se producen unas extrañas interferencias entre los tres niveles de información citados. Así, que los servicios de prensa de la NASA jueguen con el suspense informativo como si estuvieran anunciando una serie televisiva, alimentando la alarma y la elucubración magufa, no parece serio. Como tampoco lo es que algunas publicaciones con marchamo de calidad se descuelguen con titulares llamativos pero engañosos.

Así sucedió hace un año con el anuncio del descubrimiento de bacterias cuyo ADN utilizaba presuntamente el arsénico en lugar del fósforo como aglutinante de sus nucleótidos; un anuncio que inicialmente dejó en el aire la especulación sobre si lo que se iba a anunicar era el descubrimiento de vida fuera de la Tierra, lo que desató la naura magufa.

La bacteria en cuestión... en pelotón

Otro caso, por ejemplo, es el del titular de un artículo breve aparecido hace unos meses en una revista de astronomía. El titular decía algo así como «Un planeta de diamante»… vamos, para hacer caer las cotizaciones del preciado mineral sino fuera porque se encuentra a la inalcanzable distancia de 4.000 años luz. Al titular bastaría haberle puesto unos signos de interrogación ya que la especulación sobre su naturakleza de diamante se basa únicamente en que se supone que es el núcleo de una enana blanca atrapada por el púlsar al que orbita y que habría perdido la mayor parte de su masa, quedándole sólo carbono y oxigeno, suponiéndose que por su densidad media debería tener forma cristalina…

Así, podríamos citar una gran cantidad de titulares y especulaciones que llaman la atención del público y abren camino a la magufería antes de que llegue la explicación científica; cuando ésta llega no ocupa el mismo nivel de información que la magufería ya asentada en la conciencia de la masa. Así sucede con la inmensa mayoría de las informaciones sobre avistamientos OVNI, que son justamente eso: Objetos Voladores No Identificadoshasta que se los identifica; pero informar sobre OVNI despierta inmediatamente la conciencia interplanetaria y muchas de las fotografías y grabaciones de vídeo perefectamente explicadas después engrosan los dosieres de «pruebas» de existencia de naves interestelares en los arsenales magufos. He aquí, por ejemplo, una grabación impresionante…

..¡¡¡¡de una de las etapas de un lanzador Soyuz-FG ruso desintegrándose durante su reentrada en la atmósfera!!!

Otro caso, sorprendente, fue en su momento el de la presencia en el polo norte de Saturno de una estructura átmosférica hexagonal, descubierta inicialmente tras el sobrevuelo del Voyager 1 (años 80 del siglo XX), algo misterioso, sin explicación sencilla, que dio cabida a la adjudicación de la autoría a las superavanzadas capacidades de extraterrestres que nos dejaban así su mesaje (en lugar de plantarse en la televisión a decirnos «estamos aquí»); aunque también se podría pensar en la capacidad inversora de Ruiz Mateos, que habría colocado un enorme anuncio con el logotipo de su RUMASA.

El hexágono del polo norte de Saturno fotografiado por la Voyager 1

 No hay aún una explicación completa, pero es evidente que tiene que ver con la dinámica atmosférica, que no es un fenómeno artificial y que hay condiciones de movimiento de fluidos en los que se puede reproducir un efecto similar.

Para cerrar (por hoy), traemos a colación el pequeño revuelo que se ha montado, y que tal vez crecerá, ante el anuncio del decubrimiento de un exoplaneta cuyas circunstancias podrían catalogarlo como «habitable». Naturalmente, los titulares llamarán la atención sobre esta cuestión de «habitabilidad» e incluso se aventurarán a hablar de la posibilidad de que lo esté. El programa Kepler de la NASA, orientado al descubrimiento de planetas similares a la Tierra en otros sistemas solares, ha dado entre otros con un sistema, denominado Kepler-22, situado a unos 950 años-luz, en el que se han identificado dos planetas de tamaño parecido a la Tierra y uno, con un diámetro de más del doble de la Tierra, situado en lo que se conoce como Zona de Habitabilidad, la zona considerada óptima para el desarrollo de las circunstancias favorables para el surgimiento y mantenimiento de vida (en la forma que la conocemos). De poco vale la precaución científica antes de sacar conclusiones, la blogosfera magufa puede empezar a especular y a encontrar en Kepler-22b la cuna de los «marcianitos» verdes que abducen a diestro y siniestro.

Representación artística (ojo, elucubración de un buen dibujante, que no hay fotos...) del planeta Kepler 22b

SANTORAL DEL DÍA 27 DE DICIEMBRE (I). SAN JOHANNES KEPLER

Tal día como hoy finalizó el proceso de gestación que derivó en el nacimiento de

Johannes Kepler

Era el año 1571 y el nacimiento se produjo en la ciudad de Weil der Stadt, en Baden-Wurtemberg, Alemania.

En su caso, la gestación fue de sólo siete meses en el seno de una mujer llamada Katharina Guldenmann que, mira tú, fue acusada de brujería años después.

Kepler era profundamente religioso (era protestante y había estudiado teología) y un apasionado de las Matemáticas y de la Astronomía (a la que le habían aficionado sus padres) En su empeño por hacer encajar la observación de los movimientos planetarios con la idea de diseño divino de sus movimientos (por tanto algo necesariamente perfecto…¡pobre!) terminó por darse cuenta de que dichos movimientos no se ajustaban a la idea de perfección esférica, terminando por abstraer sus famosas Tres Leyes.

Su aportación al conocmiento de la realidad es innegable y le hace merecedor de un altar en el panteón-santoral particular…

Hace un año

¡VAYA CAÑA!

Fotografía de Waldemar Wienchol

– ¡Qué tranquilidad!

– Así es. El espectáculo, además, es colosal.

– ¡Cierto!. Observa la superficie del lago. El agua está completamente en calma.

– Sí. Y, así, de noche, parece una pulida superficie, un espejo en el que se refleja un firmamento pleno de estrellas.

– Y todo en calma. Es una quietud abrumadora; te hace sentir estable, firme. Algo así debieron de sentir aquellos antepasados que concibieron el universo como una compleja máquina creada por un dios todopoderoso en cuyo centro la Tierra, plana y fija sirvió de cuna al ser humano.

– ¡Si, calma! ¡Sí, quietud y fijeza!

– Pues, me dirás, a la vista está.

– Pues no es más que una apreciación a la escala en la que estamos. ¡Todo se mueve a una velocidad de espanto!

La Tierra gira sobre su eje. Si fuéramos capaces de percibirlo, en el polo no supodría gran problema pues giraríamos sobre nosotros mismos dando una vuelta completa después de 24 horas. Si nos situáramos a 25 metros, nos desplazaríamos alrededor del polo a una velocidad aproximada de 6,5 metros por hora… poco, ¿verdad?… pues en el ecuador, los 1.670 Km/h (más que los 1.234 Km/h del sonido en el aire) son «algo más» de lo que consiguen los Red Bull y los Ferrari.

Pero ahí no acaba eso. La Tierra se desplaza alrededor del Sol a una velocidad media aproximada de 107.000 Km/h, unos 30 Km por segundo.

¿Quietud? ¡Ya!

Para colmo, el Sol, con toda su cohorte de planetas, planetas enanos, cometas, asteroides, etc. se mueve en uno de los brazos de la Vía Láctea, nuestra galaxia, girando alrededor del centro galáctico a una velocidad de unos 220 Km por segundo (cerca de 800.000 Km/h)

Más aún, la Vía Láctea se mueve en el marco del grupo de unas 30 galaxias al que pertenece, el llamado Grupo Local, y lo hace a una velocidad de 130 Km por segundo; y el Grupo Local se desplaza, hacia el llamado Gran Atractor, a la friolera de 600 Km por segundo, más de ¡dos millones de kilómetros por hora! ¡Cachi Ná!

– Así es que quietud ¿no?

– ¡Calla!, me han dado ganas de vomitar…

– ¡Pareces un caracol después de dar una vuelta sobre una tortuga!

 

CUMPLEAÑOS DE JOHANNES KEPLER

Hoy también es el cumpleaños de Johannes Kepler. Evidentemente, la trascendencia de Kepler para la historia de la Humanidad es mucho mayor que la de Joan Manuel Serrat. El astrónomo alemán, nacido en 1571, nos legó las leyes sobre el movimiento orbital de los planetas, que llevan su nombre, gracias a las cuales fue posible, por ejemplo, predecir la existencia de Neptuno y facilitar su descubrimiento en 1846.

Kepler era religioso (cristiano protestante) y le costó aceptar las evidencias que su propia investigación le iba aportando; pesaban muchos años de tomismo y heliocentrismo, de cosmología antropocéntrica, y sus cálculos y observaciones revelaban «imperfecciones» evidentes en el sistema. Nada de Tierra en el centro; nada de órbitas circulares; nada de esfera de estrellas fijas… el cielo (el de los dioses) cada vez más lejos.

CARL SAGAN

Tal día como hoy, hace 76 años, nació Carl Sagan.

Fue un extraordinario divulgador científico. Su serie para televisón COSMOS marcó un hito en la difusión de los conocimientos astronómicos del momento… su sintonía está grabada en esa parte del cerebro que guarda en sonidos, olores y sabores los recuerdos más preciados. Junto a COSMOS, su novela Contacto (llevada a la gran pantalla) y ensayos como El Mundo y sus Demonios, me influyeron sin duda y se depositaron para siempre en el sustrato de mis ideas.

No dejes de ver y escuchar (o leer) el vídeo insertado, toda una lección para la humildad universal.

TAL DÍA COMO HOY, 4 DE OCTUBRE (DE CALENDARIO VII)

 

Tal día como hoy de 1582, por decreto del Papa Gregorio XIII, se estableció la reforma del calendario y la implantación del llamado Calendario Gregoriano.

En 1582 el calendario vigente en la mayor parte de Europa era el mismo que estableciera Julio César en 46 a.C. Éste contemplaba la sucesión invariable de años bisiestos cada cuatro años para corregir, con la adición de un día cada cuatro años, el hecho de que el año tenga realmente una duración de 365 días y unas seis horas. Sin embargo, la duración real del año (tiempo que la Tierra emplea en completar una órbita alrededor del Sol) es de 365,242189, o lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos (algo que, por otra parte, no es constante) Hay, pues, unos  11 minutos al año que se contaban de menos a pesar de la adición de un día extra cada 4 años.

La cuestión tenía su trascendencia pues el inicio de las estaciones, algo fundamental para los agricultores, se iba desplazando, llegando cada vez más pronto. Además, tenía una implicación litúrgica, algo esencial para buena parte de los europeos de 1582 (y la causa fundamental del cambio). Efectivamente, en el Concilio de Nicea de 325 se había establecido la fecha crucial de la liturgia cristiana: la de la Pascua. La festividad de la Resurrección se estableció en el domingo siguiente a la primera luna llena tras el inicio de la Primavera (lógicamente, el equinoccio de la Primavera del Hemisferio Norte) Ello, de rebote, implicaba la determinación del resto de las festividades “móviles” (Cuaresma, Pentecostés…) Y mire usted por donde, mientras que en 325 el equinoccio había tenido lugar el 21 de marzo, en 1582 se había producido el 11

Así es que el Papa Gregorio XIII (Ugo Buocompagni), decidió constituir la Comisión del Calendario con el encargo de estudiar la situación y darle una solución. En dicha comisión estaban, entre otros, Cristóbal Clavio (el que da nombre al cráter lunar Clavius, inmortalizado en 2001: una Odisea del espacio)  y Luis Lilio. Tras los pertinentes estudios y deliberaciones, un matemático español, Pedro Chacón, fue el encargado de redactar el Compendium con el dictamen de la Comisión.

Por fin, el 14 de septiembre de 1580 el Papa aprueba la reforma del Calendario mediante la bula Inter Gravissimas, estableciendo su aplicación para octubre de 1582. El jueves  4 de octubre de 1582 fue seguido por el  viernes  15 de octubre de 1582.

Con todo, la bula papal no fue aplicada de forma inmediata por todos los reinos católicos y menos aún por los protestantes; e ignorado, obviamente, por los musulmanes. Sólo Italia, Portugal, la zona católica de Polonia y España aplicaron la reforma en las fechas establecidas en la bula. Otros territorios católicos y, posteriormente (ante la evidencia de su coherencia científica), los protestantes, se fueron uniendo a la reforma, aunque en algunos casos mucho después. Así Inglaterra no lo hizo hasta 1752, Japón se incorporó en 1873, China en 1912, Rusia en 1918 y Grecia en 1923 (momento en el que el desfase era ya de 13 días)

Esta disparidad en el momento de aplicar la reforma, es la causa de paradójicas referencias cronológicas en señalados acontecimientos históricos.

Así,  Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616, pero no murieron el mismo día ya que Cervantes falleció el 23 de abril en España, que era el 13 de abril en Inglaterra, y Shakespeare murió el 23 de abril del calendario vigente en Inglaterra, que era 3 de mayo en España.

Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de 1582 y fue enterrada el 15 de octubre. No es que, dada su tendencia a la incorruptibilidad, se la dejara en exposición diez días, es que tuvo el tino de irse a morir justo el día que comenzaba a aplicarse la reforma del calendario, de modo que cuando se la enterró, al día siguiente de su muerte, se habían suprimido diez días de un plumazo.

Finalmente, la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia se produjo en el Octubre de Rusia, no en el del resto de Europa, donde ya era Noviembre.

El calendario gregoriano vino a solucionar (y soluciona) el desfase entre el día (rotación de la Tierra sobre su eje) y el año (traslación de la Tierra alrededor del Sol) mediante una fórmula, en principio, sencilla: además de la norma de añadir un día cada cuatro años (años bisiestos) se establece la corrección de que no sean bisiestos los terminados en 00, salvo que sean múltiplos de 400: por ello fue bisiesto el 2000, pero no lo fue 1900 ni lo será 2100. Con todo, sigue habiendo un retraso de cerca de medio minuto al año (unos 26 segundos), lo que acumula un día de desfase cada 3300 años. Si a esto le añadimos que la velocidad de rotación y traslación de la Tierra no son constantes, será necesaria la intervención de algún organismo internacional para la determinación del cuándo y cómo hacer la corrección

Hoy en día, el calendario gregoriano es el utilizado como año civil en todo el mundo y fue adoptado como año  por las Naciones Unidas, que en 1956 suspendió el debate sobre la posible reforma del calendario con vistas a hacerlo más regular, estable, etc., algo así como lo que pretendieron los revolucionarios franceses con la implantación de su calendario.

Quien haya estado entre los pocos que de un modo regular han seguido mis partos literarios en este espacio, dirán algo así como “¡qué pesado con el tema del calendario!”; pero es que las cosas absurdas mantenidas porque sí, y más si detrás hay imposiciones de jaez religiosa, me sacan de quicio. El calendario gregoriano o regular o internacional, como queramos llamarlo, solventa la cuestión del año solar y mantiene la tradición del calendario romano, pero detrás están las imposiciones de la Iglesia para ajustar las festividades religiosas, que hasta en sociedades legalmente laicas marca esencialmente el ritmo de festividades, empezando por el carácter no laborable, festivo, no lectivo, del domingo que, por mucho que fuera el día de la semana en el que presuntamente se produjo la resurrección de Jesucristo, no era el del mandato divino del descanso semanal, el séptimo día de la creación: un sábado, según el génesis. Además, el calendario en vigor no es nada práctico. Sí, es un buen negocio para las imprentas que año a año imprimen calendarios de pared, de sobremesa, de bolsillo; agendas, dietarios, etc. pero es una locura para el ciudadano, siempre obligado a consultarlos para saber en qué día vive, cuándo caen las vacaciones, qué día es fiesta…

Y yo digo que si estamos en un mundo globalizado en el que países con religiones diversas y calendarios rituales específicos aceptan el calendario gregoriano como medida del tiempo civil ¿por qué no liarse la manta a la cabeza y reformarlo para que sea un calendario perpetuo?. Creo que bastaría con unos leves retoques que permitirían mantener básicamente la estructura semanal y los doce meses. Podrían establecer 12 meses de 28 días cada uno (4 semanas), incluso con los nombres actuales para mantener tradiciones y evitar más líos, Esto llevaría a que “sobrarían” 29 ó 30 días, dependiendo de si se tratara de año bisiesto o no. Cabría la opción de añadir un mes más y uno o dos días extras; o esos días podrían repartirse de modo que cada mes dispusiera de dos días adicionales, alcanzando así los 30; esos días podrían llamarse, por ejemplo, “días del mes” y quedarían fuera de la sucesión de días de la semana; y finalmente, en sustitución de las fiestas navideñas, cinco o seis días, fuera de semana, como “días del año” al final del mismo o al principio o a caballo entre el final de uno y el principio del siguiente. Al igual que los musulmanes siguen celebrando sus festividades al ritmo de su calendario, o los ortodoxos, o los budistas… los cristianos podrían hacer de su capa un sayo y mantener sus celebraciones al ritmo que les pluguiera, pero el calendario civil sería regular y aséptico respecto a opciones religiosas.

Entradas anteriores sobre Calendario (pinchar para ir):

AÑO NUEVO

CALENDARIO (I)  

CALENDARIO (II)

CALENDARIO (3)

NAVIDAD. ¿POR QUÉ HOY?. (más sobre calendario-IV)

¿AÑO NUEVO? (de calendario-V)

DE CALENDARIO (VI)

GALILEO GALILEI, DECUBRIÓ LOS SATÉLITES DE JÚPITER ¿O NO?

Subtítulo: De alguna forma, más sobre Calendario (VII)
Subtítulo: Cuando algunas desmitificaciones resultan absurdas
 

 
Tal día como hoy (7 de enero del Calendario Gregoriano) del año 1610, Galileo Galilei observó por vez primera los satélites principales de Júpiter. Aquella fría tarde paduana, Galileo dirigió hacia Júpiter ese nuevo artilugio que hoy llamamos telescopio y que entonces alcanzaba «nada menos» que 20 aumentos. En su primera observación distinguió tres objetos que él definió como «estrellitas» carentes de los característicos brillos fluctuantes de las llamadas estrellas fijas, situadas en el plano de la eclíptica y próximas a Júpiter. Esos objetos serían posteriormente bautizados, se trataba de Calisto, Ganimedes y de Ío y Europa. Estos dos últimos le parecieron a Galileo un único cuerpo, ya que, según pueden reconstruir los potentes programas astronómicos de los que hoy disponemos, aquel día ambos satélites se encontraban tan próximos en sus posiciones aparentes que el telescopio de Galileo los mostraba como un único objeto. Unos días después, según las anotaciones del propio Galileo en su Sidereus Nuncius, el día 13 de enero, quedó evidenciada la presencia de un total de cuatro objetos que habían cambiado ligeramente sus posiciones relativas a ambos lados de Júpiter.

Y desde entonces, ha sido válida la respuesta «GALILEO GALILEI» a la pregunta «¿QUIÉN DESCUBRIÓ LOS PRIMEROS SATÉLITES DE JÚPITER?», igual, o más si cabe, que la respuesta «CRISTÓBAL COLÓN» sirve para responder a «¿QUIÉN DESCUBRIÓ AMÉRICA?».

Pero, al igual que desde diversos foros se intenta desmontar la última relación pregunta – respuesta, también hay quien pone en duda la primera.

En el caso de Colón, es obvio que él no fue el primero en descubrir América… los primeros fueron los antepasados de los indios americanos que llegaron hasta allí a través del Estrecho de Bering. Ni siquiera fue el primer europeo o, mejor diríamos, hombre del Viejo Mundo que alcanzó las costas americanas: casi con absoluta seguridad le precedieron navegantes fenicios y griegos, posiblemente también egipcios, romanos y luego venecianos, genoveses o portugueses, castellanos o aragoneses y, seguro, nórdicos e incluso hasta chinos; pero posiblemente casi todos hicieron un viaje sólo de ida, desviados de sus rutas por temporales y, aunque alguno volviera, ninguno hizo público su descubrimiento en el contexto y con la trascendencia de la empresa colombina (algún día dedicaré más tiempo a este tema… hoy el protagonista es Galileo)

El último número de la Revista «Astronomía» (II Época / nº 127) incluye un artículo de Gabriel Castilla Cañamero (geólogo y miembro del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad Complutense de Madrid) titulado «¿Quién descubrió las lunas de Júpiter?» (págs 36-41). En él se analiza la posibilidad de una observación previa de los satélites galileanos, una observación que necesariamente debió realizarse a ojo desnudo. Parece que está documentada la  observación de los satélites galileanos a simple vista, en condiciones atmosféricas favorables y por individuos con una especial agudeza visual. De hecho se citan experimentos realizados por Alexander von Humboldt. En todo caso, estas demostraciones se realizaron con posterioridad al descubrimiento.

Un investigador chino, astrónomo e historiador de la ciencia, llamado Xi Zezong defiende la posibilidad de que en el 364 a.C. un astrónomo chino llamado Gan De descubriera a simple vista Ganímedes o Calisto. Dicho astrónomo citó «una estrella rojiza» próxima a Júpiter, referencia que aparece en el Tratado Kaiyuan sobre Astronomía, una recopilación de obras y observaciones antiguas hecha en algún momento entre 418 y 726 d.C. por el astrólogo chino Qutan Xida. Xi Zezong, después de diferentes comprobaciones dice que esa estrella rojiza citada por Gan De era Ganímedes o Calisto y que ello demostraría que Galileo no fue el primero en observarlos.

Bien. Vale que algún privilegiado por disponer de una vista especialmente aguda uniera esta condición a la de estar interesado por las observaciones astronómicas en lugar de aprovechar dicha agudeza para otros propósitos más mundanos. Vale que, efectivamente, ese ser humano fuera Gan De o Perico de los Palotes, Nicolás Trónomo o Terenci Entífico, pero ninguno de los posibles antecesores del descubrimiento de Galileo dejó la huella suficiente como para que su hallazgo fuera aceptado de forma general… no hay evidencias, ni en China ni en ningún otro lugar (a menos evidencias conocidas por el momento) de que nadie después de Gan De u otro cualquiera dijera algo así como «aquella estrella rojiza de Gan De es un satélite de Júpiter y le vamos a llamar Flordeloto», por ejemplo. De momento, el muy respetable Sr. Xi Zezong lo único que puede llegar a demostrar (y es difícil con tan parca referencia) es que un astrónomo chino vio hace 2374 años un objeto próximo a Júpiter, que podía ser Ganímedes o Calisto, pero que no supo definir como un objeto vinculado orbitalmente a Júpiter, al que no denominó de ninguna forma especial y, lo más importante, del que no volvió a haber otra referencia, ni hecha por él ni por ningún observador posterior. Por tanto, GALILEO (que en todo caso sería el descubridor indiscutible… indiscutible mientras no se demuestre lo contrario, de tres de los cuatro satélites jovianos que llamamos galileanos y de la individualidad de los cuatro) SIGUE SIENDO a todos los efectos EL DESCUBRIDOR DE ÍO, EUROPA, CALISTO Y GANÍMEDES, SATÉLITES DE JÚPITER (ojo que no he dicho el primer ser humano que vio…)

  

NAVIDAD. ¿POR QUÉ HOY?. (más sobre calendario-IV)

 

 

 

Giotto – La Adoración

 

Hoy es 25 de diciembre en el calendario gregoriano. La mayor parte de los cristianos celebran el día de Navidad, es decir, el cumpleaños de Jesucristo (los cristianos ortodoxos, por ejemplo, no lo celebrarán hasta dentro de unos días).

La tradición religiosa reviste este día de una sacra solemnidad. Esa misma tradición habla de que Jesús, el hijo de José, nació en Belén, cerca de Jerusalén, en la noche del 24 al 25 de diciembre del año que correspondería al 1 a.C.

Para aproximarnos a la determinación de la fecha en la que nació Jesús disponemos de muy pocas fuentes. Sólo los Evangelios canónicos de Lucas y de Mateo se refieren al acontecimiento y no dan una precisión cronológica absoluta, aunque sí indicios o referencias que, unidos a otras fuentes de la historia romana y a los relatos del historiador judeorromano Flavio Josefo, nos permiten aproximarnos.

Sabemos, por los relatos bíblicos, que en el momento del nacimiento de Jesús reinaba en Judea Herodes I el Grande.

Según se deduce de Flavio Josefo, Herodes el Grande reinó entre el año 40 a.C. y el 4 a.C. Comenzó su reinado «en la Olimpiada número ciento ochenta y cuatro, cuando Caio Domitio Calvinio era el cónsul por segunda vez y Caio Asinio Polio [la primera vez]» (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos, 14:14:5).

La Olimpiada numero 184 corresponde al periodo de cuatro años que va de Julio del 44 a.C. a Julio del 40 a.C. Por otra parte, Calvinio y Polio ocuparon la más alta magistratura romana en el año 714 Ab Urbe Condita, o sea entre Enero y Diciembre del año 40 a.C. . Por tanto, el inicio del reinado de Herodes se produjo entre Enero y Julio del año 40 a.C

La muerte y final del reinado de Herodes se produjo «desde que él había sido declarado rey por los Romanos, treinta y siete” (Antigüedades de los Judíos 17:8:1), precisando que se produjo después de un eclipse lunar, que tuvo lugar en 15 de septiembre del año 5 a.C., tras una estancia del rey en Jericó y en medio de un estado de pérdida de sus facultades mentales, algo que le hizo incluso ordenar el asesinato de su hijo Antipater.

Uniendo todas estas circunstancias, la muerte de Herodes debió producirse en febrero del año 4 a.C.

Según el Evangelio de San Mateo, Herodes tuvo noticia del nacimiento de Jesús al llegar ante él los magos de oriente, a los que encomendó volver a indicarle el lugar del nacimiento a fin de ir él a adorar al recién nacido. Tras consultar sobre las profecías referidas al Mesías, y temeroso de perder su trono, Herodes decretó el asesinato de los menores de dos años de Belén y sus alrededores, hecho del que no hay otra constancia histórica pero que encajaría en los desequilibrios psíquicos que Flavio Josefo atribuye a Herodes al final de su reinado.

Según Mateo, la familia de Jesús, tras serle revelada la intención de Herodes, salió de Belén antes de producirse la matanza, permaneciendo en Egipto hasta la muerte del rey. Después de un tiempo impreciso, la familia volvió de Egipto y se instaló en Nazaret.

Así pues, hasta aquí tenemos que el nacimiento de Jesús debió producirse al menos unos meses antes de la muerte de Herodes, tal vez en el año 5 a.C.

   

 

Herodes el Grande

 

El evangelista Lucas aporta un detalle adicional para situar el natalicio de Jesús. Nos dice: «1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.»

El censo aludido pudo producirse en el Otoño del 5 a.C., después de las cosechas, durante las fiestas correspondientes a dicho periodo (lo que justificaría la imposibilidad de alojamiento de la familia) y antes de los fríos invernales (lo que explicaría la alusión evangélica a los pastores que velaban sus rebaños al aire libre)

Por otra parte, Lucas incluye una referencia cronológica bastante precisa al referirse al inicio de la predicación de Juan el Bautista, primo de Jesús, al decir que ésta dio comienzo en el año 15 del emperador Tiberio. Augusto murió el 19 de agosto del 14 d.C., sucediéndole Tiberio. Sin embargo, desde el 12 d.C. Tiberio, hijo adoptivo de Augusto, compartía con éste diversas facetas del gobierno siendo esos dos años, del 12 al 14, contabilizados en otras referencias históricas como tiempo de «reinado» de Tiberio. Esto nos lleva al año 26 d.C. Las referencias del evangelista Juan a que el Bautista inició su ministerio en el año 46 desde la construcción del templo, realizada por Herodes a partir del 20 a.C. (como queda contrastado en los relatos de Flavio Josefo), confirmaría que la predicación de Juan el Bautista y la del propio Jesús debió iniciarse el 26 d.C. Ya que Lucas dice «Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años», esto confirmaría que el nacimiento de Jesús pudo producirse en el Otoño del año 5 a.C.

Finalmente, en el Evangelio de San Lucas se menciona la concepción y la gestación de Juan el Bautista que quedan relacionadas con las de Jesús al decir que el Arcángel San Gabriel anunció a María su concepción diciéndole además que su prima Isabel estaba embarazada de seis meses, con lo que el nacimiento de ambos primos debió producirse con esa diferencia temporal. El padre de Juan el Bautista era Zacarías, sacerdote del Templo, del que el propio Lucas refiere estaba en el servicio del templo cuando recibió la revelación del próximo embarazo de su mujer (no lo creyó, pues eran de edad avanzada y nunca había concebido, por lo que fue «castigado» perdiendo la voz) Teniendo en cuenta que los turnos de servicio sacerdotal en el Templo estaban estrictamente programados desde el Rey David, se concluye que Juan el Baustista debió ser concebido unos pocos días después del 29 de mayo del año 6 a.C. (fecha en la que concluyó el turno de servicio de Zacarías) Esto llevaría a concluir que la concepción de Jesús debió producirse unos seis meses después, en Noviembre o Diciembre del 6 a.C. y, por tanto, el nacimiento se produciría en el final del Verano o el inicio del Otoño del 5 a.C.

 La fecha exacta del nacimiento de Jesús no era una preocupación fundamental para los primeros cristianos, ni siquiera lo era para los propios evangelistas. No lo era el día y mes del nacimiento y ni siquiera el año. Hasta el año 525 no hubo una intencionada intervención de la Iglesia para la determinación, no de la fecha exacta sino de la era del nacimiento, es decir, para establecer un cómputo específico de años desde el nacimiento de Jesucristo, lo que se denominó desde entonces «era cristiana», o Anno Domini (año del Señor). El Papa Juan I (523-526) encargó a un monje escita, miembro de la curia romana, que estableciera el primer año de la era cristiana. Este monje era Dionysius Exiguus (Dionisio el Enano) que vivió aproximadamente entre el 470 y el 544. Dionisio no documentó el procedimiento que siguió para sus cálculos; si lo hubiera hecho sabríamos cuál fue la razón de su error, pues, como hemos visto en los párrafos anteriores, sólo un dato como el de la muerte de Herodes desmiente al escita.

Dionisio falló en el año… la era cristiana se inicia, desde sus cálculos, el 1 de enero de 754 años después de la fundación de Roma (otra referencia puramente mítica sin posibilidades de ser contrastada con absoluta certeza) Es a la vez cómico y trágico y en cualquier caso paradójico que el error en un cálculo tan trascendente nos haga decir que Jesucristo nació en el año 5 antes de él mismo.

 

Con todo, la determinación de la «era» no supuso la generalización de su uso en los reinos cristianos. Su difusión fue creciendo sobre todo después de ser utilizada por Beda el Venerable para datar los acontecimientos de su Historia eclesiástica de los ingleses (731) En España, por ejemplo, se siguió utilizando la llamada Era Hispánica, que partía del 1 de enero de 38 a.C. y de cuyo uso hay constancia documental entre los siglos III y XV; fue abandonándose sucesivamente en los diversos reinos peninsulares (en 1180 en Cataluña; con Jaime I el Conquistador en Aragón, Valencia y Mallorca; en 1384 en Castilla; en 1422 en Portugal y, finalmente, en el siglo XV en Navarra)

 

Inscripción de Córdoba atribuida al rey Suintila, en la que consta la fecha 665 de la era hispánica

 

Respecto al establecimiento del 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús, el Papa Julio I (350) manifestó su deseo de que se celebrara en tal fecha, siendo decretada como fecha de conmemoración del natalicio por el Papa Liberio (354)

Lo cierto es que en la Roma pagana el 25 de diciembre (ANTE DIEM OCTAVVM CALENDAS IANVARIAS) se celebraba la festividad del DIES NATALIS SOLIS INVICTI (Día del Nacimiento del Sol Invicto, asociado al nacimiento del dios Apolo), culminación de las festividades denominadas SATVRNALIA, que comenzaban el 21 de diciembre. Es más que probable que una vez convertido el cristianismo en la religión (quizás habría que decir en la organización) dominante en el imperio, se impusiera la necesidad de vincular una fecha emblemática en el ciclo de festividades paganas a las celebraciones cristianas… en este caso el paralelismo con el nacimiento del nuevo sol en el solsticio de invierno ayudaba.

 

Representación del Sol Invicto

 

Las tradiciones asociadas a la celebración del solsticio de invierno también estaban presentes entre los pueblos germánicos y nórdicos, que celebraban el nacimiento de Frey, dios de la fertilidad, el sol naciente y la lluvia. Precisamente en esta festividad estos pueblos acostumbraban a adornar un árbol… tradición que fue conservada tras la cristianización cambiando, naturalmente, el significado del que pasó a ser Árbol de Navidad.

 

 

Hoy en día la trascendencia religiosa de la fiesta de Navidad va quedando empañada (placajes papales al margen) por una compleja parafernalia consumista. En nombre de la tradición, los comercios hacen caja, los precios suben, el que puede y hasta el que no puede se gasta lo que le pidan para cenar en Nochebuena y comer en Navidad más que en cualquier celebración… mariscos, asados, turrones, bebidas, dulces… Y, además, regalos… el agosto en diciembre para los comerciantes, especialmente para los grandes almacenes.

Y, como casi todo, todo construido sobre medias verdades.

¿Tú qué crees?

 

  

 

AÑO NUEVO

Hoy (21 de diciembre) es un día como otro cualquiera para celebrar el inicio de un año. Quizás, incluso sea hasta especial y justificado; porque hoy lo que determina que midamos el tiempo en años, el periodo de la órbita de La Tierra en su viaje alrededor del Sol, llega a una de sus culminaciones, quizás la más significativa: hoy La Tierra llega al punto en el que, en el hemisferio norte, y debido a la inclinación de su eje, el Sol comienza su orto un poco antes y llega al ocaso un poco más tarde que ayer (justo al revés que en el hemisferio sur)

 

Sí, hoy es el solsticio de invierno en el hemisferio norte. De esta circunstancia ya eran conscientes nuestros antepasados, antepasados más remotos que los que impulsaron los grandes descubrimientos astronómicos de la Edad Moderna. Porque, de hecho, en las sociedades agrícolas de hace más de diez mil años, este hecho constituía uno de los momentos clave del ciclo solar. Para estas sociedades que veían en el Sol al gran hacedor, junto con la Tierra y el Agua, de lo más importante en sus existencias, y que  personalizaban estos “elementos” en divinidades, era pura “magia” lo que hoy sabemos son conjunciones de fuerzas cósmicas, realidades físicas. Por ello concebían el momento del solsticio como el de la regeneración de la divinidad solar, el momento en el que moría el viejo Sol, exultante en el verano y agonizante en el otoño, y nacía el Sol Nuevo, el niño criado por la Madre Tierra y que iba creciendo hasta iniciar su benefactora labor en la primavera.

 

La cultura grecolatina que sustenta nuestra base cultural celebraba en estos días el renacer del Sol. En Roma, los festejos denominados Saturnalia, del 17 al 23 de diciembre, daban paso, el propio 23 a la fiesta del “Sol Invictus” y el 25 con el “Dies Natalis Solis Invicti”, el Día del nacimiento del Sol Invicto.

 

En el seno del Imperio Romano se difundió la religión que ha alimentado durante siglos a la cultura occidental. Aquellos “venerables” Padres de la Iglesia que fueron poco a poco transformando una religión del pueblo en una religión del Estado, desconocedores de la fecha exacta del nacimiento de su referente fundacional, Joshua bar Jusef, Jesucristo, tuvieron la “feliz” idea de colocar en el 25 el natalicio de su “Salvador”, hecho que posiblemente sucediera en el verano de seis o siete años antes de la fecha que calculó un tal Dionisio el Exiguo.

 

Ni más ni menos. Por esto se celebra la “Navidad” y por eso, y porque Julio César decretó, en su reforma del calendario romano, que el año empezaba el 1 del mes dedicado al dios Jano: Enero, se nos juntan en estos días la Navidad y el Año Nuevo. Una etapa en la que se solapan, soterradamente, tradiciones llamadas “paganas” con tradiciones llamadas “religiosas”; tradiciones ancestrales, en cualquier caso.

 

Hoy, la carga religiosa se va diluyendo y transformándose en una excusa para una auténtica explosión consumista… y, también, para toda una explosión de sentimientos personales.

 

La tradición ha hecho que en estos días se produzcan reuniones familiares. A veces entre personas que el resto del año están distantes. Lo peor es que siempre hay, también, ausentes, por un motivo o por otro… y uno u otro puede ser el que ya no están… no están de un modo definitivo… y estaban el año pasado, o el anterior, o hace treinta años. O no están aunque estén; porque ya no son lo que eran.

 

Por esto, para mucha gente, y entre ellos me siento, lo que se avecina es algo poco “festivo”

 

La verdad es que para los únicos que se justifica, desde mí, desde mi mente y desde mi actitud hacia ello, la entrega a una sucesión de compromisos para cenas, comidas, regalos, visitas… es para los niños. Para ellos es todo nuevo, no recuerdan a un padre perdido, un amor desgarrado, un devenir insatisfecho. Perciben con ojos ilusionados la magia de los regalos, de las reuniones familiares, las vacaciones, las fiestas colegiales.

 

Por mi parte, afrontaré los próximos días con el hálito de moral que me dejan mis circunstancias y procuraré, con la procesión por dentro, hacérselos felices  a quienes me mantienen hoy en la vida.

 

Pero por “celebrar”, sólo quiero “celebrar” el comienzo, hoy, del nuevo año.
  
 
Baxuanball Ahjeoqoj