PALABRAS

Palabras.

Que todas las palabras no valen lo mismo es algo que nadie puede discutirme.

Sí, todas y cada una de ellas sirven para construir de un modo transmisible nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros compromisos, nuestras quejas, nuestros lamentos…

Pero en sí mismas no valen igual, ni la misma palabra vale lo mismo dependiendo de quién la pronuncie, de dónde se pronuncie, de cómo se pronuncie… (pronuncie o escriba)

Hay PALABRAS «PLOMO». Sí, palabras que pesan, que parecen curvar las líneas en las que se escriben o que caen a plomo en los oídos de quienes las escuchan.

Hay PALABRAS «PLUMA»: palabras suaves, livianas, «acariciantes»; pero que son fáciles víctimas del viento que se las lleva lejos de los oídos que quisieran seguir oyéndolas.

Hay PALABRAS «HOJA DE OTOÑO»: palabras que caen de las ramas que las sustentaron, que son, como las «pluma», palabras que el viento arrastra y que, secas, pueden ser pisadas y desintegradas en mil minúsculos pedazos carentes ya de significado alguno más que del que deviene de ser testimonio de que ya no son nada.

Hay PALABRAS «SILBIDO»: palabras que tienen entidad vibrante en el momento en que se pronuncian, que reclaman atenciones; pero que no dicen absolutamente nada.

Hay PALABRAS «CLAVO», aquellas que apuntalan los razonamientos, pero no dicen de forma aislada absolutamente nada.

Hay…

… y, como los cócteles, la combinación entre unas y otras puede dar resultados variopintos.

«NO» puede ser una palabra «CLAVO»; pero unida a «SIENTO» o «QUIERO» adquiere un valor y un «peso» «importante»

«HONESTIDAD», por ejemplo, me parece una palabra «PLOMO» en sí misma, como «MENTIRA», «VERDAD», «LIBERTAD», «JUSTICIA»…

Parece, sin embargo, que para algunas personas éstas y algunas combinaciones como «TE» (palabra «CLAVO») con, por ejemplo, «JURO» o «QUIERO» son, respectivamente, combinaciones «HOJA DE OTOÑO» Y «PLUMA».

No sé, siempre me pareció todo un mundo el asunto del juego de las palabras, las construcciones formadas con ellas y el pésimo tratamiento que de las mismas se hace.

Y siempre procuré «construir» con medida… por más que algunas de construcciones dieran lugar a malentendidos luego imposibles de aclarar… y es que cuando un «escuchante» malinterpreta una expresión es muy difícil hacerle cambiar su interpretación.

(¡Ojo!, ¡a ver qué entiendes tú que lees)

«SE ACABÓ»

PALABRAS HOJASSECAS