JUICIOS FINALES

Terra...¡puf! ¡Mami que vene e fin de mundo!

Ahora es el 2012.

Hace trece años la sombra del año 2000 se cernía sobre nuestras cabezas como la de un infinito Drácula intentándonos abrazar con su capa. El mundo llegaba a su fin, nada podía sobrevivir a la llegada del 2000 (aunque no estaba claro si lo que hubiera de suceder sucedería a las 00:01 h. del 1 de enero de 2000 de Australia, de la India o de Londres…) Pero al final NO PASÓ NADA. Ni siquiera el pernicioso «efecto 2000», que hizo que muchas empresas pagaran sueldos extras o contratos especiales para evitar el presunto efecto en los sistemas informáticos del cambio de 19__ a 20__, supuso ningún problema especial.

Aquí estamos. La fecha del año vulgar, de la era cristiana, de la cuenta de Dionisio el Exiguo, es el 2010… algo que, por otra parte, no significa absolutamente nada para la mecánica del Sistema Solar, que lleva más de 4.500 millones de años funcionando.

Los primeros mensajeros de la Buena Nueva, los portadores del Evangelio, o sea los que predicaban las enseñanzas de Jesucristo en los primeros años de su expansión en el marco del Imperio Romano, hacían hincapié en la inminente segunda venida de Jesucristo, en Gloria y Majestad, para juzgar a vivos y muertos… y no lo decían como algo que sucedería «tarde o temprano», no, para ellos era algo que iba a suceder YA… pero casi 2000 años después no ha venido nadie.

Muchos grupos religiosos han vivido durante mucho tiempo de la inminencia de la llegada de algún hecho «revelado» a su «guía» de turno. La fecha marcada llegó, pasó… y el grupo en cuestión o se desvaneció en su frustración o se reacomodó buscando alguna peregrina explicación al «error de cálculo» (¡cachis, que no nos hemos muerto todos de golpe!)

Ahora, el «próximo» fin del mundo se producirá en 2012, momento, concretamente el 21 de diciembre, en el que teóricamente se completa uno de los ciclos del calendario Maya.

Los mayas tenían un sistema de cuenta de los días un tanto especial y no sólo uno. En el llamado de «la cuenta larga», 20 kin (20 días) formaban un uinal; 18 uinal (360 días) formaban un tun; 20 tun (7.200 días) formaban un katún y 20 katún (144.000 días, o unos 394 años) formaban un baktún. Su Era, el principio de su cuenta de los tiempos, se considera coincidente con el 11 de agosto de 3114 a.C. (dejemos claro que se trata de un cálculo sobre la base del actual calendario gregoriano), con lo cual el 2012 sería el año 5126 desde el inicio de la cuenta del calendario maya y, según los «apocalíptico-mayas» el fin del 13º baktún… ¡date, aquí hay tomate!; como no ha pasado nada significativo en los múltiples momentos presuntamente apocalípticos desde el año 30 hasta el 2000, no cabe duda que ha de ser el 21 de diciembre de 2012 cuando pase algo; aunque no está claro qué: los más optimistas piensan en una especie de catarsis universal que transformará la Humanidad (falta nos hace); los más pesimistas (lo que más vende) piensan que será el momento de «aquí se ha acabado todo». Lo malo para estos últimos es que en caso de acertar no podrán decirle a nadie «ves como yo tenía razón»

No cabe duda que alguna vez pasará algo realmente catastrófico. Y algo que al lado de los grandes terremotos, inundaciones, corrimientos de tierras, etc. dejará a éstos como pequeños accidentes. Ya ha pasado, En sus orígenes la Tierra sufrió incontables impactos de cuerpos de muy diferentes tamaños que contribuyeron a su formación y probablemente a la de la Luna a su vera. Y después ocasionales impactos provocaron seguramente extinciones masivas de especies vivas (tal vez la que hizo desaparecer a la mayor parte de los dinosaurios tuviera lugar precisamente cerca de donde se desarrolló la cultura maya…, ojo, millones de años después, a ver si nos controlamos). Conocemos la existencia de infinidad de objetos de muy diversos tamaños que orbitan al Sol; algunos lo hacen en órbitas próximas a la Tierra (son los NEO: Near Earth Objects). En 2002 uno de esos objetos, de 10 m de diámetro, entró en la atmósfera y estalló sobre el Mediterráneo… no pasó nada, eran «sólo» 10 metros. Existen programas específicos para la detección de estos objetos y el control de sus órbitas, pero…

Los mayas tenían importantes conocimientos astronómicos; como los chinos de la antigüedad, o los egipcios, o los sumerios… pero ni ellos ni nadie puede predecir metafísicamente, esotéricamente, ningún acontecimiento que no pueda preverse después de cálculos sobre la base de las observaciones experimentales.

En cualquier caso, vuelvo a lo dicho dos párrafos más arriba, lo malo para los agoreros del fin del mundo es que cuando suceda no podrán decirnos a los escépticos «ves como yo tenía razón»

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