¡VAYA CAÑA!

Fotografía de Waldemar Wienchol

– ¡Qué tranquilidad!

– Así es. El espectáculo, además, es colosal.

– ¡Cierto!. Observa la superficie del lago. El agua está completamente en calma.

– Sí. Y, así, de noche, parece una pulida superficie, un espejo en el que se refleja un firmamento pleno de estrellas.

– Y todo en calma. Es una quietud abrumadora; te hace sentir estable, firme. Algo así debieron de sentir aquellos antepasados que concibieron el universo como una compleja máquina creada por un dios todopoderoso en cuyo centro la Tierra, plana y fija sirvió de cuna al ser humano.

– ¡Si, calma! ¡Sí, quietud y fijeza!

– Pues, me dirás, a la vista está.

– Pues no es más que una apreciación a la escala en la que estamos. ¡Todo se mueve a una velocidad de espanto!

La Tierra gira sobre su eje. Si fuéramos capaces de percibirlo, en el polo no supodría gran problema pues giraríamos sobre nosotros mismos dando una vuelta completa después de 24 horas. Si nos situáramos a 25 metros, nos desplazaríamos alrededor del polo a una velocidad aproximada de 6,5 metros por hora… poco, ¿verdad?… pues en el ecuador, los 1.670 Km/h (más que los 1.234 Km/h del sonido en el aire) son «algo más» de lo que consiguen los Red Bull y los Ferrari.

Pero ahí no acaba eso. La Tierra se desplaza alrededor del Sol a una velocidad media aproximada de 107.000 Km/h, unos 30 Km por segundo.

¿Quietud? ¡Ya!

Para colmo, el Sol, con toda su cohorte de planetas, planetas enanos, cometas, asteroides, etc. se mueve en uno de los brazos de la Vía Láctea, nuestra galaxia, girando alrededor del centro galáctico a una velocidad de unos 220 Km por segundo (cerca de 800.000 Km/h)

Más aún, la Vía Láctea se mueve en el marco del grupo de unas 30 galaxias al que pertenece, el llamado Grupo Local, y lo hace a una velocidad de 130 Km por segundo; y el Grupo Local se desplaza, hacia el llamado Gran Atractor, a la friolera de 600 Km por segundo, más de ¡dos millones de kilómetros por hora! ¡Cachi Ná!

– Así es que quietud ¿no?

– ¡Calla!, me han dado ganas de vomitar…

– ¡Pareces un caracol después de dar una vuelta sobre una tortuga!

 

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