EL CAPITACLISMO… ¿HAY ALGO DESPUÉS?… ¿HAY DESPUÉS?

Posiblemente, uno de los rasgos definitorios de la especie humana es la capacidad que determinados individuos de la misma tienen para dominar y explotar a sus congéneres.

Cuando los primitivos grupos humanos subsistían cazando y recolectando, los sistemas efectivos de explotación directa eran posiblemente más difíciles de articular; había poco que repartir y acumular; pero seguramente la fuerza constituyó el primer elemento de dominación, de modo que los más fuertes físicamente hablando, se harían con las mejores tajadas. Sí, el altruismo se abrió también camino; pero seguramente en los momentos realmente críticos el fuerte impondría su ley.

La llamada revolución neolítica condujo al ser humano a modificar sustancial y profundamente su relación con la naturaleza: pasó de una imbricación esencialmente pasiva, tomando del medio los recursos alimenticios y artesanales tal como la naturaleza se los ofrecía, a intervenir de un modo activo en los procesos naturales, cultivando, domesticando animales y modificando el medio para mejorar la producción de alimentos y materias primas artesanales. El Hombre cazador-recolector dio paso al Hombre productor. El cambio de sistema de obtención de alimentos terminó exigiendo la sedentarización y la división de funciones productivas… Las innovaciones técnicas y tecnológicas asociadas a la producción permitían aumentar el rendimiento de los cultivos y la explotación ganadera y de ese modo obtener excedentes, más producción de la inmediatamente necesaria para la alimentación. Esos excedentes podían guardarse para momentos de escasez o cambiarse por otros productos con otras comunidades que los necesitaran. Pero el alamacenamiento, el intercambio y las obras de aprovechamiento común (canalizaciones de ríos, sistemas de riego, almacenes…) precisaban organización. Si a ello añadimos que no siempre las comunidades ajenas se avenían a intercambiar pacíficamente productos y preferían el «quítatedenmedioquestoesparamí», pronto fue imprescindible dar a la estructura social un matiz muy distinto al de los primitivos grupos cazadores-recolectores: hacía falta jefatura, liderazgo e individuos encargados de organizar, almacenar, comerciar… Todo esto podría haber dado como resultado un organización socioeconómica en la que el grupo en su conjunto tomara las decisiones sobre qué producir, cómo producir, qué hacer con los excedentes, cómo organizar la defensa del grupo y sus bienes… pero aquí es donde entraron en juego «los listos».

El Hombre (léase Ser Humano.. o Humana) piensa, se come el tarro… es nuestro gran defecto (bueno, el de algunos) Y siempre se ha estado haciendo dos fatídicas preguntas: «¿y si…?» y «¿por qué?» . La primera ha sido la base de todo el desarrollo tecnológico: «¿y si froto un palo contra otro?»¡zas!, el fuego; «¿y si le doy golpecitos a una piedra con otra para darle filo o punta?»¡zas!, las puntas de flecha, de lanza, raspadores, raederas…; «¿y si meto semillas de trigo, arroz o maíz en la tierra y lo abono y protejo?» ¡zas!, la agricultura. La segunda de las preguntas ha sido, por una parte, responsable de parte de los desarrollos y descubrimientos motivados por la puesta en práctica de la idea surgida con la primera pregunta; pero, por otra parte, ha sido la base de la especulación que ha conducido al surgimiento de la religionesy ahí también entran en juego «los listos»

Efectivamente,  a lo largo de la historia «los listos» han sabido combinar en su propio beneficio la necesidad de organización social para la toma de decisiones, con la especulación entorno a «¿por qué?

Ya en las sociedades cazadoras-recolectoras la cuestión de los «¿por qué?», si juzgamos por las sociedades primitivas existentes aún, habían dado lugar a la aparición de sistemas especulativos animistas: el cosmos era fruto de una creación y los fenómenos de la naturaleza estaban detrás de seres superiroes o eran la manifestación de esos seres o eran esos seres mismos. Pero estos sistemas no daban lugar a un sistema de dominación real de unos sobre otros, como mucho había un «magufo»-jefe que interpretaba las señales del cosmos en beneficio del grupo. Pero en las sociedades productoras, «los listos» supieron ver pronto los beneficios que para ellos mismos podría tener controlar el sistema de creencias y asociarlo al control de los excedentes; así «los listos» se convirtieron en los que sacaban partido del trabajo productivo de los demás, a los que mantenían convencidos de que ese reparto de privilegios y obligaciones formaba parte de la mísmisima estructura del cosmos, de modo que nadie osara poner en duda el papel asignado a unos u otros.

Nada mejor que añadir al sistema la mano de obra prácticamente gratuita (al menos había que darles de comer) de los esclavos: así el ciudadano libre podría sentir  que había alguien en condiciones de vida todavía poeres que las suyas. Y si al sistema se une la convicción religiosa de la dependencia personal de unos con respecto a otros, todavía mejor.

En esencia poco ha cambiado. Seguimos bajo los mismos parámetros socioeconómicos. En distintas fases de la historia ha habido grandes modificaciones en la formación del grupo de los «los listos». Las invasiones que propiciaron la dominación de unos pueblos sobre otros cambiaron la composición de los grupos de «los listos»… y también lo hicieron las revoluciones.

Las revoluciones liberales, acabaron con el sistema que vinculaba los privilegios políticos al poder económico: los burgueses enriquecidos ganaron la partida a la aristocracia y sustituyeron los sistemas absolutistas por sistemas liberales, retomando el espejismo de la democracia, eso que significa gobierno del pueblo y que desde que lo inventaron los griegos es el gobierno de una parte del pueblo.

La praxis marxista, consecuencia del triunfo de las revoluciones proletarias, o, en algunos casos, de la exportación del sistema, no llevó a la sociedad comunista predicha e incluso en muchos casos no hizo más que sustituir unos «listos» por otros «listos» y a que los explotados siguieran explotados; pero contentos al sentirse parte de un engranaje social en el que la religión metafísica era sustituida por una nueva «metafísica» materialista de culto al líder, a la revolcuión o al partido, o a todos juntos.

La mayor parte de los sistemas comunistas cayeron a partir de los años 90 del siglo pasado… triunfó el capitalismo, que incluso se abre camino en alguno de los sitemas teóricamente comunistas persistentes. Y el capitalismo se vende con el papel de regalo de la democracia.

Sí, hoy la mayor parte del mundo vive en democracia, es decir, se cree que participa en la toma de decisiones de quienes les gobierna, e incluso se cree que elige a los que le gobiernan. Y en la práctica vive en un sistema en el que el movimiento del capital genera más riqueza que el trabajo; un sistema en el que los callos de las manos no dan de sí tanto como una llamada telefónica oportuna para vender o comprar acciones.

Sí, un sistema en el que existen entidades a las que los pobreticos currantes les entregan su dinero para que se lo guarden a cambio de nada, o incluso, si se despistan, a quien tienen que pagar por guardárselo. En el que esas entidades negocian con el dinero, se lo prestan a los currantes a cambo casi de la vida, lo invierten en negocios con pingües beneficios…

Y, sí, un sistema en el que cuando esas entidades provocan el «CAPITACLISMO», los gobiernos le sacan el dinero a los currantes para dárselo a las entidades que lo han tirado a la basura.

«Los listos» se ocupan de seguir siendo «listos» y no dejar que se incorporen nuevos «listos»

¿Hasta cuándo? Pues me da que hasta siempre. Porque ¿hay una alternativa real al CAPITACLISMO?¿¡UNA ALTERNATIVA QUE NO SEA UNA SIMPLE UTOPÍA!? porque de utopías ya vamos servidos… la praxis de las mismas (en realidad esto es contradictorio porque una utopía puesta en práctica deja de ser utopía) ha llevado indefectiblemente al triunfo de nuevas castas de «listos»

Pero, bueno, podemos seguir soñando.

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